FERNANDO MASEDO TORRES - Periodista Taurino

«Para mantener una afición previamente has de tener ilusión de vivir»

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Fernando Masedo Torres en el Club Taurino de Badajoz. (FOTO:AJG)
Fernando Masedo Torres en el Club Taurino de Badajoz. (FOTO:AJG)

Cuando falta menos de una semana para que sus compañeros y los aficionados en general le rindan el homenaje que merece por su trayectoria profesional, nos acercamos a escuchar las siempre ponderadas reflexiones de Fernando Masedo Torres, decano de los periodistas extremeños.

 

Antonio Girol.-

Si hay un compañero al que tengo un cariño especial sin duda es nuestro protagonista. Decano de los periodistas taurinos extremeños. Hombre afable, sincero, sosegado, y sobre todo gran aficionado. Una persona a la que llevo viendo por las plazas de toros de la geografía taurina desde que tengo uso de razón. Que durante medio siglo ha sido, y sigue siendo, los ojos de todos aquéllos que no pudieron acudir a un festejo y gracias a sus crónicas en EFE pueden llegar a ver lo que aconteció en el ruedo. Con él me une una amistad nacida hace ya tantos años que no podría ponerle fecha, cuando nuestro común amigo José María Pérez, de Cabeza la Vaca, me lo presentó, y me hacía telefonearle para darle reseña de los festejos celebrados en mi pueblo, en el caso de que esa tarde no nos hubiese podido visitar. A una semana de que reciba en el Hotel Río de Badajoz el cálido homenaje de compañeros y aficionados, pienso que es la fecha exacta para que ustedes conozcan un poco mejor a un aficionado con mayúsculas, de los que ya no quedan: Fernando Masedo Torres.

– Fernando, me gustaría que arrancásemos esta entrevista hablando de aquel niño al que una tarde de 1944 su tío Bernardo le llevó a los toros en Mérida.

– Aquel niño llamado Fernando Masedo Torres, fue un niño normal, criado en una época dura, que fue creciendo, como tantos otros, en el entorno de una familia unida, con una abuela materna muy aficionada a los toros y entusiasta de Rodolfo Gaona, y un hijo suyo – Bernardo Torres, mi tío -más apasionado a la Fiesta Nacional, aún si cabe que ella, que habitualmente acudía a la plaza de toros emeritense del ‘Cerro de San Albín’. Como aquella lejana tarde del 25 de julio de 1944, en la que con once años acudí de su mano a presenciar por primera vez en mi vida una novillada sin picar de Félix Sanz, para Paquito Muñoz y Pablito Lalanda.

– ¿Qué queda de aquel niño en el decano de los periodistas pacenses que se ha convertido pasado los años?

– ¿Qué queda de ese niño?…Pues queda el regusto de aquel concentrado sabor de todas las artes; su color, su ambiente, su belleza…su todo.

– ¿Cómo surgió en ti la afición a escribir de toros?

 

Fernando Masedo repasando alguno de sus escritos taurinos. (FOTO: AJG)

– A partir de esa fecha de la que te hablaba al principio, mi tío Bernardo vería en mi la continuación de su afición a juzgar por el cariño con que acudía a casa a llevarme a los toros, como en aquella otra ocasión del 3 de septiembre de 1945, que repitió la invitación, para ir a ver una corrida de ocho toros de la Viuda de Concha y Sierra para los rejoneadores Álvaro Domecq y Simao da Veiga, además de las figuras del toreo a pie Carlos Vera ‘Cañita’, Manuel Álvarez ‘El Andaluz’ y Agustín Parra ‘Parrita’. Aquellas dos tardes, envueltas por otras muchísimas más, me arrastró a experimentar la ilusión que acariciaba de poder narrar algún día lo que veía en los ruedos, de expresar mis propios sentimientos.

– ¿Cuál es la noticia que más te hubiese gustado poder contar?

– Por suerte lo hice en el momento adecuado y en el sitio idóneo para mí. Sin limitación de espacio ni de tiempo, como fue en las páginas de mi tercer libro editado, llamado Plaza de Toros “Cerro de San Albín”. En las que vierto todos los festejos celebrados en Mérida desde la construcción de la Plaza en 1914 hasta 2008, en que se presentó la obra. Para mí ese libro, de más de 500 páginas, es una prolongación de la memoria, ya que en él reflejo también testimonios gráficos de la presencia, por primera vez, de mi hijo Nandi en una plaza de toros cuando apenas si contaba con tres años de edad. Aquello se fue haciendo continuo llevándole allí donde yo iba. Y hoy es él el que mantiene viva en mí la llama de la afición, hablando de toros, viendo toros y discutiendo de toros.

– ¿Y la que más rabia te ha dado tener que contar?

– La correspondiente a la suspensión de la corrida del 3 de septiembre de 1977 en la plaza de Mérida, con la plaza llena a reventar para presenciar la actuación de Palomo Linares – que no se presentó sorprendiendo a propios y extraños – Paquirri y Niño de la Capea, con toros de Hdros. de Manuel Arranz. Al efectuarse el paseíllo sin la presencia de Palomo, un individuo apareció en el ruedo exigiendo la suspensión de la corrida. No se avino a las posibilidades que le ofrecía la empresa de devolverle el dinero de la entrada o que se diese el festejo en mano a mano. No. Aquel señor de Almendralejo exigía rotundamente la suspensión, que consiguió con el ‘beneplácito’ del Presidente que accedió para evitar un desorden público.

– Fernando, para los que hemos seguido tu trayectoria periodística y te hemos visto por todas las plazas de la región, nos has demostrado, que dejando al periodista a un lado, estábamos, y así continuamos, ante un aficionado fantástico. ¿Existe alguna plaza extremeña que no hayas pisado?


– Puede que haya habido alguna a la que no haya acudido. Pero si así fuese se podría contar  con la mitad de los dedos de una mano debido a que haya cesado su actividad. De lo que estoy seguro es que de las que están en activo debe haber poquísimas, o tal vez ninguna, sin que haya pisado sus tendidos o su callejón. Empezando por la más antigua que es la de Puebla de Sancho Pérez, que data del siglo XIV, hasta la de Navalmoral de la Mata, inaugurada el pasado año.

Fernando ejerciendo su labor para EFE en una entrevista a Emilio Rey. (FOTO extraída del libro Cerro de San Albín)

-Y hablando de plazas y de aficiones, Fernando, si hay alguien que pueda dar fe de cuánto ha acontecido en el último medio siglo, esa persona eres tú, de ahí que no me resista a preguntarte cómo ves la evolución de la afición.

– A la afición la están estancando. De forma que, a corto o medio plazo, posiblemente empezará a oler mal. Existen demasiados intereses que van cerrando las puertas de las plazas con distintos cerrojos. Unos forjados por egoísmos políticos como es el caso de Cataluña, con explicaciones tan absurdas que no convencen a nadie, incluso con ‘portavoces’ que exponen sus razones con el insulto por delante a los que asistimos a una Plaza. Otros, aun de manera indirecta, obstaculizando el crecimiento de la afición, fijando precios prohibitivos para los jóvenes e incluso para los niños. A esto unimos que TVE se niegue a informar de toros, anulando por completo la retransmisión del espectáculo más español aludiendo a que se celebran en horario infantil. Pero informar del toro en el campo, por ejemplo, no daña a ningún niño, sin embargo tampoco lo hacen, con lo cual se demuestra su hipocresía.

– Afortunadamente aquí en Badajoz estamos viviendo un momento idílico en cuanto a toreros, un germen que habría que buscar en aquella Escuela Taurina de la que fuiste espoleta allá por 1986, y que hoy sirven de banderín de enganche para muchos chicos y chicas. ¿Cómo surgió aquella locura de montar la Escuela y qué sensación te provoca ver en lo que hoy se ha transformado?

Junto a los trastos de la Escuela Taurina que fundó en 1986 y que hoy reposan en el Museo del Club Taurino. (FOTO: AJG) – Sí, la creación de aquella escuela nació de una idea mía al entrar a formar parte de la Junta Directiva del Club Taurino, siendo Presidente Manuel Bonifacio. Recién nombrada la nueva Junta, el Presidente nos asignó a cada directivo una misión, a mí me responsabilizó del mantenimiento e incremento del Patrimonio Artístico Cultural, asignándome a dos vocales como colaboradores: Domingo Caballero y Luis Alegría, dos excelentes personas que aportaron mucho a mi idea.  Le propusimos a Bonifacio la idea y éste nos dijo que adelante, pero que el Club no podía invertir un duro por falta de tesorería. Nos miramos Domingo y yo, y decidimos tirar para adelante a pesar del grave condicionante y de la opinión de otro directivo que calificó la idea de “absurda, inviable y sin sentido”.

– Y tirasteis para adelante…

– Afortunadamente ninguno de esos dos obstáculos nos impidió, al menos iniciarla con cuatro alumnos, entre ellos mi hijo Nandi, Ismael Jiménez, hoy destacado banderillero e hijo del profesor ‘Antoñete’, y dos chicos más. Con muchas fatigas económicas, cubiertas en algunos casos por nuestros propios recursos y alguna donación, logramos echarla para adelante, al mismo tiempo que decorábamos el actual Museo Taurino del Club. De aquella escuela salieron dos matadores de toros, ‘El Cartujano’ y Hugo de Patrocinio, además de que se iniciara en el camino también Antonio Ferrera. Más tarde, Luis Carlos Franco, con buen criterio consiguió el traspaso de la misma a la Diputación Provincial de Badajoz, a fin de que no desapareciera por motivos económicos.

– Fernando, sé que eres una persona muy discreta, que te gusta la sencillez y casi pasar de puntillas, pero tengo que hacerte esta pregunta, ¿sientes que te han agradecido el hecho de poner en marcha este vivero de toreros que es hoy la Escuela, o por el contrario entiendes que los profesionales suelen ser desagradecidos?

– Para serte sincero pienso que, ni a mí ni a nadie se le agradece el éxito de los resultados obtenidos en el ejercicio de una labor altruista, en la que incluso te ha costad el dinero, aparte de tiempo y alguna crítica negativa, incluido la indiferencia de algunos de los profesionales que se han hecho famosos gracias a aquel trabajo bien hecho y rematado que les puso en el camino. Pero el que nadie te lo agradezca es casi normal, y como tal hay que aceptarlo. Porque ten en cuenta que la experiencia lo justifica por sí misma con aquella frase que dice “no hay árbol que el viento no haya sacudido”, lo que te obliga a pensar que la fe y la constancia de la persona es el junco, al que no arranca ni el huracán más temible.

– Al frente de esa escuela, hoy está tu hijo Nandi como Director Gerente del Patronato de Tauromaquia, ¿un motivo más para sentirte orgulloso de aquella creación?

– Evidentemente me produce una tremenda satisfacción. También porque él fue el primer alumno que tuvo aquella escuela, y la confianza que sus dirigentes superiores depositaron en él antes de conseguir para la Institución Provincial, la Presidencia de la Federación Nacional de Escuelas Taurinas en los cuatro primeros años, y otros tantos años después también la Presidencia de la Confederación Mundial de todas ellas.

– Fernando, si pudieras montarte en la máquina del tiempo, ¿a qué torero o a qué época te gustaría viajar para ver toros?

– Me gustaría volver a recrearme con el capote de Pepín Martín Vázquez, el de Manolo González, Rafael de Paula, con las pintureras chicuelinas de Paco Camino, la pureza del de Curro Romero, que no sabía mentir toreando.

Junto al traje de luces que donó Antonio Ferrera al Club Taurino. (FOTO:AJG)

– Me pararía también a pensar en el valor de Diego Puerta, la grandeza de la muleta de Antonio Ordóñez, la seriedad del toreo de ‘El Viti’, y con el sonido de los aplausos uniformes del respetable de aquellos años, además de con el sabor de la salsa que te ofrece el antes y el después de aquellas tardes de toros imborrables en mi mente, de las que aún sigo disfrutando comparándolas con las actuales.

– De las faenas que has visto en la plaza de Badajoz, ¿con cuál te quedas?

Un joven Fernando Masedo junto al maestro Antonio Ordóñez (FOTO del libro Cerro de San Albín)

– Como referente voy a evocar la del día 24 de junio de 1963, en la desaparecida plaza de la Ronda del Pilar de Badajoz, en la que la actuación de Paco Camino fue premiada con cuatro orejas y un rabo; la de S.M.El Viti, con dos orejas del primer toro de su lote, y con la del portugués José Simoes, que además se doctoró en tauromaquia aquella tarde, consiguiendo cuatro orejas de los toros de Cunhal Patricio. Los tres matadores y el mayoral salieron a hombros de la plaza arropados por un público estusiasmado.

– ¿Y de las que has visto fuera de Badajoz?

– Me quedo con la reaparición de José Tomás en la Monumental de Barcelona el 17 de junio de 2007. Aquellas faenas a los toros de Núñez del Cuvillo no se pueden narrar en dos líneas.

– ¿Qué es lo que más te atrae de un día de toros: el antes, el momento o el después?

– Me atrae todo, desde que se anuncia, empezando por la litografía del cartel, que poseo cientos de ellos, el comentario a priori del posible resultado de las faenas de los toreros anunciados, la luminosidad de la plaza, el murmullo del inicio del paseíllo, la emoción que me produce el sonido de los clarines anunciando el comienzo, el del cerrojo al abrir la puerta de toriles, la salida del primer toro, sus reacciones, su proceder…y los variados comentarios que se suscitan posterior al resultado. Si te das cuenta, todo mezclado y bien masticado te produce un regusto a veces sabroso, y otras agridulce, pero casi siempre recordados.

Portada del libro Plaza de Toros Cerro San Albín, de Fernando Masedo Torres.

– Si mi memoria no me falla llevas publicados tres libros, ¿verdad? Y me consta que andas inmersos en un nuevo proyecto, ¿puedes contarnos algo sobre él?

Antonio, tu memoria no te falla. Efectivamente son tres los libros que tengo editados y en estos momentos estoy escribiendo el cuarto que voy a ‘bautizar’ con el nombre de ‘Toreros extremeños doctorados en Tauromaquia’. En él vierto la biografía de cada uno de los cuarenta y cinco toreros extremeños que hasta hoy lo consiguieron, junto a un recorrido que hago por la trayectoria profesional de cada uno de ellos, comenzando por el primero que lo consiguió, llamado Juan Acosta Hermosell, de Badajoz, que se doctoró en Sevilla en 1856, hasta Roberto Gallardo, de Villanueva de la Serena, que lo hizo en su ciudad natal el pasado año.

– A esta pasión por la literatura hay que sumar la que tienes por los pinceles, ¿de dónde te nace esta última?

– En los años de la postguerra, te estoy hablando de 1946, no nos quedaba más que empezar a trabajar muy jovencitos, por aquello de “aprender un oficio”. Así, con trece años, tuve la suerte de ingresar en el Gabinete de Dibujo de una Agencia de Publicidad en Mérida, llamada ‘Empresa Anunciadora SER’. Aquella actividad la compaginaba con mis estudios en Academias pagadas y en escuelas públicas. En aquella empresa me aficioné al dibujo, a la pintura, a la comunicación y en consecuencia al arte. Recuerdo con nostalgia a mis profesores Manuel Carbajo, Donato Lobo…, y además con satisfacción, porque no era nada fácil que me asignaran un sueldo desde el primer mes. En mi caso, con esa edad que te cuento de trece años, fue de 30 pesetas, que le entregué a mi madre con infinito orgullo.

– Ahí arranca por tanto tu afición a los pinceles…

– Sí, allí me aficioné y aprendí a practicar la rotulación, el dibujo y la pintura, y además me leía todos los periódicos de tirada nacional y regional que le enviaban las editoriales. Lo primero lo iba incrementando en la Escuela de Artes y Oficios, especializándome en el retrato al pastel y al óleo, además del paisaje de la dehesa extremeña, que me encanta, incluido la presencia del toro y la encina.

– Obras que has expuestos en diferentes salas…

– Efectivamente expuse mis dibujos y óleos en varias Salas. La última de ellas fue en la de Vaquero Poblador, de Badajoz, durante la Feria de San Juan de 2004, en donde mostré al público veinte lienzos realizados al óleo, basados en la temática taurina. Precisamente en ‘Homenaje a la Escuela del Patronato de Tauromaquia’, pasando al lienzo a los alumnos más destacados por aquel entonces como Perera, Ferrera, Ambel Posada, Javier Solís, Fernando González, Miguelín Murillo, Martín Quintana y Emilio Martín, entre otros.  Igualmente llevé al lienzo la majestuosidad del toro en el campo, e incluso las hechuras de aquel novillo de Píriz, llamado ‘Alumbrado’, lidiado por Javier Solís el 9 de marzo de 2002 en Olivenza, y que fue indultado.

– A una semana vista del homenaje que te vamos a dar un grupo de periodistas y aficionados de Badajoz, ¿qué sensaciones tienes?

– Lo organizasteis tan en sigilo que me llevé una gran sorpresa al enterarme por la prensa, y sinceramente me impactó porque hizo que me sintiese salpicado por el cariño de la gente y de mis compañeros, algo que tan bonito como un natural de vuelos bajos.  Sé que esa noche me voy a emocionar, pero estoy preparado para ello.

– Fernando danos tu receta para mantener tan viva esa afición que naciese aquella lejana tarde de 1944.

En la sala Bienvenida del Club Taurino, la cual decoró mientras fue directivo. (FOTO: AJG)

– Si me lo permites, más que recetas es un consejo que leí o escuché a alguien hace muchos años, que sugiere que para mantener una afición previamente has de tener ilusión de vivir, y para esto, el secreto está en querer siempre lo que haces, y no en hacer siempre lo que quieres. Así de sencillo.

– Fernando ha sido un placer compartir este ratito contigo. Una de las motivaciones que más me atraían cuando volví a Badajoz después de tantos años alejado de nuestra tierra era el hecho de poder compartir momentos como el de hoy con un aficionado de tu talla.

– Gracias a ti, Antonio. Po dejarme conocerte y aceptar mi amistad como compañero, y además como amigo.