Antonio Girol.-
Finalizada la temporada es tiempo de sentarse tranquilamente a departir con los verdaderos protagonista de la fiesta, los toreros. En este caso lo hago con uno de plata, Fernando González, que ha puesto fin a un año en el que ha crecido como torero. De ahí que hayamos querido testar cómo le ha ido profesionalmente y de paso interesarnos por su futuro.
– Fernando, una vez terminada la temporada de 2010, ¿qué balance nos puedes hacer de ella?
– Creo que ha sido de las temporadas más importantes en el tiempo que llevo en esto. Y eso que al principio no imaginada lo enriquecedora que podría llegar a ser. Ha sido, sin lugar a dudas, una temporada que andaba buscando porque necesitaba dar una vuelta más de rosca en mi carrera…
– Eso de una rosca más, ¿cómo se traduce?…
– Pues porque es un reto para cualquier torero verse en esas corridas: Victorino, Adolfo Martín, Prieto de la Cal, Conde de la Maza…y esas ferias de nivel como Santander, Pamplona, Huesca, San Sebastián…Esa es la rosca de más y es importante porque te ves y te mides a ti mismo y de paso también de cara a tu maestro.
– Esta temporada has toreado mucho con Antonio Ferrera.
– Así ha sido, lo que en un principio iban a ser unos cuantos festejos terminó siendo la temporada completa, salvo los tres primeros festejo que me perdí por estar recuperándome de un percance. La verdad es que siempre le estaré agradecido por la oportunidad que me brindó y por el trato que me ha dispensado durante este tiempo.
– ¿Volverás en 2011 a liarte junto a él en el patio de cuadrillas?
– En un principio no, porque como el maestro pertenece a un grupo en el que no está obligado a llevar toda la cuadrilla fija, este año quiere dar la oportunidad a otro compañero. Eso no quita que si se da el caso vuelva a vestirme de luces para acompañarle en la plaza, porque repito le estoy muy agradecido y encima es amigo. Con lo cual estaré siempre encantado de ir a su lado. |
«…el maestro pertenece a un grupo en el que no está obligado a llevar toda la cuadrilla fija, este año quiere dar la oportunidad a otro compañero. Eso no quita que si se da el caso vuelva a vestirme de luces para acompañarle en la plaza…» |
– Aunque prácticamente has hecho temporada con Ferrera, también te vimos con otros diestros en otras plazas.
– Sí, en aquellas fechas en que estuve libre acompañé a matadores como El Capea, Ambel Posada y Julio Parejo, en algunos festejos. Y con el novillero Manuel Larios y los alumnos de la Escuela Taurina del Patronato de Tauromaquia de la Diputación. La verdad es que en este aspecto también ha resultado una temporada muy interesante con visitas a plazas como la de Las Ventas, a la que acudí dos tardes distintas, una con Ambel y otra con Larios, o la de Valencia, con Miguel Ángel Silva, alumno de la Escuela. Y todo eso a pesar de que el inicio no fue del todo bueno, ya que me partí en un festival el cúbito del brazo derecho y me llevó a estar un tiempo parado.
– Hablábamos antes de que en 2011 volverás a ir por libre, ¿cómo tienes proyectada la temporada venidera?
– Lo afronto tal y como le leí una vez al maestro Martín Recio en una entrevista que le hacía José Luis Benlloch, que decía que en invierno siempre tenía la incertidumbre de que pasaría durante la temporada, si torearía mucho o poco…Pues a mí, a día de hoy, me ocurre igual. Andaré suelto, a disposición de todos los toreros que quieran contar conmigo.
– ¿Preocupa esa incertidumbre de la que hablas?
– A mí no me da miedo ir suelto, ya que nunca tuve problemas en llegar a los 50 festejos, entre corridas, novilladas, etc. yendo de este modo.
– Con respecto a esto de ir suelto, hay subalternos a los que esa situación les gusta más que la de ir fijo, ¿cuál es tu opinión?
– Pues hombre, hay compañeros que lo prefieren, a mí la verdad es que nunca me importó, entre otras causas porque es con lo que siempre he convivido, y como ya te decía no me puedo quejar hasta ahora. Pero lo que es bonito de verdad es torear fijo con un matador, y si encima es amigo, mucho mejor, ya que la implicación y la manera de vivirlo todo es diferente. El estar fijo tiene otras recompensas, más allá de la seguridad que te aporta a la hora de sumar fechas, como son acompañar a tu matador al campo, entrenar con él…De ahí que cualquier torero de plata aspire a ir colocado con un matador. |
– Muchos aficionados nos preguntamos ¿cómo es ese día a día acompañando a una figura del toreo?
– Tal y como te comentaba antes, te conviertes casi en su escudero: entrenas con él, vas al campo a torear becerras, matas toros a puerta cerrada, que es algo que me encanta…Aparte de todo esto, convives y compartes buenos y malos ratos porque son personas de carne y hueso y con unos sentimientos como cualquiera de nosotros. Pero sobre todo, por lo que se aprende al lado de ellos. La verdad que este año pasado he disfrutado mucho con el maestro Ferrera.
– Cuando termina una temporada, como es ahora el caso, ¿qué sueles hacer? ¿Te vas de vacaciones? ¿Te relajas de alguna manera?
– Al finalizar la temporada uno siempre quiere desconectar, pero al final en cuanto pasan quince días estás deseando de nuevo tener un capote entre las manos y el cuerpo vuelve a pedirte actividad. Y comienzas a entrenar, de forma más suave, sales a andar para no perder la forma física. Los últimos años solía escaparme unos días, sobre todo a finales de septiembre, a la playa, aunque quedaran aún algunos festejos por torear, sin embargo este año por algunos motivos que no vienen a cuento no me ido a ningún lado. En mi caso, suelo relajarme mucho en una finquita de recreo que tiene mi familia, en la que me suele entretener mucho y las tardes se me pasan volando.
– Fernando, hemos hablado de tu trayectoria pero, ¿de dónde te viene a ti la afición?
– Sin dudas el culpable de que hoy esté aquí sentado hablando contigo es mi padre, que me llevaba de niño a la plaza y junto a él me senté en el tendido de plazas como la de Almendralejo, Zafra, Mérida, y por supuesto Badajoz, entre otras.
– ¿Cómo surge en ti la idea de hacerte torero?
«…mientras mis padres se tomaban una copa abajo en el Bar, mi hermano y yo nos subimos a la tercera planta. Cuando se quisieron dar cuenta ya estaba apuntado y entrenando…» |
– Resulta que un buen día acompañé a mis padres y a mi hermano al Club Taurino Extremeño de Badajoz y mientras mis padres se tomaban una copa abajo en el Bar, mi hermano y yo nos subimos a la tercera planta. Cuando se quisieron dar cuenta ya estaba apuntado y entrenando. Te estoy hablando de 1986, cuando la Escuela Taurina daba sus primeros pasos de la mano de Domingo Caballero, Fernando Masedo Torres, que impartía la teoría desde una pizarra, y de enseñarnos el manejo de los trastos se encargaban los maestros Luis Alegría y ‘Antoñete’, que además nos enseñaban a banderillear en una habitación de cuatro metros de ancho por seis de largo, imagínate con un carretón…. ¡Para salir locos! |
– Por esa Escuela, que luego ha deparado en lo que es hoy, empezamos a acudir Nandi Masedo, que hoy es uno de sus máximos responsables, Ismael Jiménez, Antonio Ferrera, entre otros. Más tarde pasó a darnos clase, ya en la plaza de toros, Manuel Santos ‘Pitillo’ y ‘Antoñete’.
– ¿Cuándo debutas matando tu primer becerro?
– Fue en una becerrada de peñas en San Sebastián de los Reyes, donde volví al año siguiente. Ese primer año también actué en Zafra, en la parte seria del espectáculo del “Bombero Torero» y en Almendralejo, en octubre del 1994.
– ¿Por qué decides entonces hacerte banderillero?
-Mira, reconozco que me hice banderillero muy pronto. Pero entonces la escuela no estaba sufragada por ningún organismo como está ahora, que afortunadamente gracias a la gran labor que hace el Patronato de Tauromaquia consigue que los chavales no les falten actuaciones en público. Por aquel entonces en la mayoría de poblaciones lo que más se daban eran festejos de rejones y festivales. |
De ahí, que viendo el panorama y como entrenaba a diario con subalternos de Badajoz, decidí empezar a coger oficio de banderillero. Además como el capote siempre me gustó manejarlo y tuve siempre cierta facilidad…lo malo llegó con las banderillas.
– Con el pasar del tiempo, ¿estás contento de la decisión que adoptaste?
– Sin lugar a dudas estoy encantado de haberme iniciado como banderillero siendo tan joven. Pienso que, al no tener condiciones, hubiera perdido el tiempo, y lo que es peor, me hubiera engañado a mi mismo. Y sobre todo, viendo los tiempos que corren y lo que cuesta estar de matador… Al fin y al cabo me he hecho torero, que es a lo que siempre aspiré. Soy torero de plata y estoy muy orgulloso de ello. Después de 16 temporadas que llevo luchando por abrirme paso, y con casi 900 festejos toreados, conozco la profesión y estoy contento de pertenecer a este mundo de locos.
– Te ha tocado vivir de cerca la edad de oro del toreo en Extremadura, ¿a qué crees que se debe esta buena hornada de toreros, tanto de oro como de plata?
– Sin duda a la gran labor que está haciendo la Escuela de Tauromaquia. Pero esa gran labor no tendría éxito si no hubiese gente que por condiciones son capaces de llegar ahí arriba, ahí está el caso de Ferrera, Perera y Talavante, los ordeno así por orden de alternativa. Es cierto que la Escuela hace su labor, importantísima, pero que los toreros han de escalar y mantenerse, y en estos tres se han dado las condiciones para que lo consigan. No me olvido, y de ahí que me haya referido a lo difícil de la profesión, de otros matadores que están esperando su día para copar esos puestos como es el caso de Javier Solís, Israel Lancho, Ambel Posada, Julio Parejo, Miguelín Murillo, Jairo Miguel, Emilio de Justo o Martín Quintana, que anda el hombre ahora mismo por Colombia intentando abrirse paso en aquellas tierras. Todos ellos merecen oportunidades porque valen como toreros. Pero a esa edad de oro no podemos olvidar que también han contribuido otros toreros que ya no están en activo, como es el caso de mi querido Manolo Bejarano que no se despidió, lo echaron…
– Entre los de tu gremio también estamos en unas buenas añadas, ¿no?
– Me alegro que saques el tema. Efectivamente, hay una buena baraja de toreros de plata. Aparte de Javier Ambel y un servidor, en Badajoz hay toreros capacitados para acompañar a cualquier torero. Ahí tienes a Ismael Jiménez, Pepe Elbal, que se ha hecho un estupendo tercero, Nacho Gómez, y no me quiero olvidar de Jesús Márquez, que aunque nacido en Huelva vive en nuestra tierra, al que desde aquí mando un abrazo para que se recupere pronto…o los de Mérida: José Luis Sierra, Miguel Murillo, Pablo Mérida. Y los más nuevos a los que también les llegará la hora de despegar. Todos tienen un mérito impresionante de pelear por esos pueblos de Dios para sacar adelante a sus familias…Y aunque alguno le pese, nosotros también nos sentimos toreros.
– Aparte de tu labor como subalterno, tienes otra afición relacionada con este mundillo: la de coleccionar un sinfín de películas taurinas, ¿cuántas tienes en tu archivo particular? Y en ellas englobo corridas, novilladas, festivales…
– Buff, no te podría decir el número así de memoria, soy como el del chiste del coleccionista de tortillas de patatas, tengo armarios y estanterías repletas, para que te hagas un cálculo, tengo todo grabado desde primero de los ochenta. Pero ese trabajo también hay que agradecérselo a mis padres, claro está. Además esta afición me suele deparar momentos muy emotivos, te cuento la última anécdota: hace unos días, charlando con el maestro del humor y genial torero cómico Paco Arévalo, me comentó que no tenía el video del festival de Julio Robles donde actuó como alguacilillo, y le dio una gran alegría cuando le conté que yo sí lo guardaba. Como no podía ser de otra forma le he hecho una copia. Y de paso le he enviado también el del festival homenaje a El Soro, en que Luis Francisco Esplá le invitó a torear al alimón. Pero el que más ilusión le hizo fue uno que llevaba muchos años buscando, concretamente un espectáculo del Bombero Torero, retransmitido por el padre de Arévalo, en el que los pequeñitos del espectáculo le sacaron a hacer el número que tantas tardes, dieciocho años atrás, interpretase por todos los ruedos del mundo. Como ves, es una afición que sólo me da satisfacciones.
– ¿En qué plaza es en la que más a gusto has toreado?
«…donde me ‘asusté’ de verdad fue en Sevilla la noche del 21 de julio de 2000, cuando actuando con Javier Solís, después de lidiar un novillo y llevarlo a punta de capote toda la plaza, vi la plaza en pie aplaudiendo…»
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De todas tengo recuerdos bonitos, pero donde me ‘asusté’ de verdad fue en Sevilla la noche del 21 de julio de 2000, cuando actuando con Javier Solís, después de lidiar un novillo y llevarlo a punta de capote toda la plaza, vi la plaza en pie aplaudiendo. Aún hoy, después del tiempo, profesionales como la familia Mariscal, aprovecho para mandar un fuerte abrazo a mi amigo Luis y el maestro Tomás Campuzano, entre otros, me lo recuerdan, y se me sigue poniendo el vello de punta. Eso si que es bonito. En Madrid, en Pamplona, Santander, es que ha habido muchas donde he disfrutado mucho. |
Y mi Badajoz, lo que pasa que aquí se disfruta de manera diferente, porque al torear en tu tierra la presión aumenta y no te deja relajarte. Pero como te decía hay muchas. En Madrid, en Pamplona, Santander, es que ha habido muchas donde he disfrutado mucho.
– ¿Y la más complicada para un banderillero?
– No sabría decirte… No sé, sinceramente. Mira, todos los toreros cuando tenemos una tarde buena en cierta plaza la hacemos nuestra y hablamos maravillas de ella. Y cuando las cosas no ruedan bien, no queremos ni volver. A mi me pasó con Barcelona, en una novillada con Javier Solís, donde no estuve nada de a gusto ante novillos duros y grandes de encaste Murube, y no quería volver. Bueno, pues resulta que el destino me volvió a llevar a ese ruedo, tres años más tarde, con una corrida de toros de encaste ‘Atanasio’ con 600 kilos y dos pitones….imagínate, también con Javier Solís. Para que tú veas, esa tarde la tengo para el recuerdo por lo bien que estuvo el matador, dando una vuelta al ruedo ante ese corrida, no mala pero mansa, y por que dimos la cara como debíamos, donde lidié un toro muy manso, arriesgando en banderillas como pocas veces. Desde entonces no he vuelto a la Ciudad Condal, aunque este año pude haber toreado con Capea, pero tenia el compromiso de acompañar a Antonio Ferrera. La verdad es que me daría pena que la cerrasen y no tener la oportunidad de poder volver a pisar su arena.
– ¿Hay piques entre compañeros en el ruedo?
– Claro, y pienso que son necesarios. Esos piques sanos de torero que veíamos en los de los ochenta. Y entre nosotros, el que no quiera ser mejor que su compañero va perdido. Pero ojo, repito, esos piques sanos delante del toro es a los que yo me refiero. De esa manera sale también un poco ganando la fiesta. Viendo toreros de plata que no se dejan ganar la partida en la plaza. Fíjate como arrean los banderilleros hoy en día que muchos han pagado este año con sangre su afán de superación a sabiendas de que podían ser cogidos. – ¿Tuviste alguna vez, en tus inicios, una referencia, alguien en quién te gustaba mirarte?
– Yo me fijaba en todos. Entre los de oro, especialmente en el Niño de la Capea u Ortega Cano. Y en los de plata: Curro Cruz, Luciano Núñez, mi amigo Poli Romero, que siempre me ha encantado como manejaba el capote, Martin Recio, Montoliú… |
– Cuando pasen muchos años y dejes de estar en activo, ¿cómo te gustaría que te recordasen?
– Pues como un buen torero y ya está, no quiero más, ya que tampoco doy motivos para ser recordado de otra manera.
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