Esta vez no se cumplió el viejo apotegma de corrida de expectación, corrida de decepción y hemos podido ver grandes faenas de Morante, Talavante y El Cid, los dos últimos abandonaron la plaza a hombros de capitalistas.
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GALERÍA GRÁFICA de Gallardo
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AL QUITE
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GALERÍA de CUADRILLAS, de Gallardo
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OTRAS IMÁGENES de Gallardo
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Antonio Girol.-
El cartel estrella de la feria de Zafra prometía sobre el papel y buena muestra de ello es el tremendo tirón que ha tenido en taquilla. A lo mejor con Manzanares partiendo plaza se hubiese acabado el papel, ¡quién sabe! Lo que sí sabemos es que hoy los aficionados extremeños, una vez más, acudieron en masa hasta prácticamente llenar el aforo de la plaza segedana, al reclamo de un cartel bonito y atractivo para el espectador.
Abría terna, José Antonio Morante de la Puebla, con el recuerdo imperecedero de aquella maravillosa faena que esculpiera, en Badajoz, la pasada feria de San Juan. Y si bien esta tarde no ha aparecido la musa portentosa del toreo morantista, una vez más por la mala suerte que persigue a este genial artista en los sorteos, sí que hemos disfrutado de un sensacional ramillete de verónicas en el saludo de recibo de capote al primer Núñez del Cuvillo. Verónicas de pata p’alante y suavidad de muñecas, que dibujaban arabescos en el ruedo, de rítmico compás en armonía con la embestida del cuatreño gaditano, abrochadas con una media sublime. |
Tras el encuentro con el caballo de picar, Morante probó cómo había quedado el toro por medio de un quite por chicuelinas, ajustadas, de ejecución académica. Inició la faena de muleta con una serie de doblones de muchos quilates, con los que fue ganándo terreno al astado hasta rematarlo en los medios con un derechazo digno de los pinceles de Escacena. La siguiente serie también tuvo enjundia por su templanza y despaciosidad, en la que el torero de La Puebla echó los vuelos de su muleta al hocico del toro, para embarcarlo en el balanceo de los flecos de la franela por medio del grupo de naturales que dibujó en la arena. Y cuando la faena iba cogiendo cuerpo el de Cuvillo echó la persiana y empezó a defenderse dando ‘tornillazos’, producto de la escasez de fuerzas que poseía, haciendo imposible la ligazón y el temple. Perseveró Morante delante de la cara del cornúpeta a base de mucho tesón hasta conseguir arrancarle una nueva serie de naturales de estética belleza. Cerró a la res en el tercio por ayudados por alto y dejó la espada enterrada casi entera, pero tendida, en el morillo del animal. Fue premiado con la oreja, y para el ‘Cuvillo’ generosas palmas en el arrastre.
El melocotón, abrochado de cuernos, que hizo cuarto vino a poner en evidencia esa máxima de que Morante es el torero con menos suerte del mundo en los sorteos. Lo recibió José Antonio a la verónica. Sin embargo éstas estuvieron exentas del ángel y el duende que poseyeron las del primero de la tarde. Curiosamente, y lo digo por tratarse de Morante, un torero especialmente vistoso en el primer tercio, lo más destacado de este tercio fue el buen puyazo que administró Aurelio Cruz. Pero no fue sólo el picador el que se lució en la tarde en que se despedían matador y cuadrilla de la temporada europea, también lo hizo Antonio Jiménez ‘El Lili’ con los palos, teniendo por ello que desmonterarse. |
De un ayudado por alto se sirvió Morante para iniciar la faena de muleta y pasar inmediatamente a torear con la zocata al natural, teniendo que perder siempre un paso por la embestida pegajosa del animal, lo que conllevó que faltase ligazón y, por ende, transmisión a los tendidos. Cambió a la diestra y el cuatreño siguió acusando la misma brusquedad, impidiendo el toreo ligado y acompasado de la muleta morantista. A pesar del esfuerzo y las intentonas, no hubo posibilidad alguna de echar aquello a andar, quedándose sólo en pinceladas sueltas. Eso sí, de una belleza sin igual. La plaza entera agradeció por medio de una cerrada ovación el gesto cuando terminó con su antagonista.
El gran triunfador de la tarde ha sido Manuel Jesús ‘El Cid’ que se ha llevado cuatro orejas para Salteras y de paso acallado alguna voz crítica con su situación de sustituto de Manzanares. Su primero, el más pequeño del encierro, bastante anovillado, tuvo la particularidad de que se desplazaba con prontitud en las telas. Lo saludó por medio de verónicas de suave trazo. Pero donde estuvo excepcional fue con la muleta, llevando siempre muy tapada la embestida del ‘Cuvillo,’ provocando con ello que la faena cogiese altura y calado en los tendidos. |
Probó, tras dos grandes series de redondos, a torear por el izquierdo, sin embargo por ese pitón el toro no se deslizaba igual de bien y los naturales salieron descompuestos, obligando al torero a tener que perder algunos pasos para poder colocarse tras cada cite. Consciente de que el lado boyante era el derecho, retomó el toreo en redondo y nuevamente la faena tomó vuelo. Mató de entera ligeramente desprendida y se le concedieron las dos orejas.
En quinto lugar salió por chiqueros un jabonero de bonita lámina, pero de bastante menos clase que su hermano de camada. Sentado sobre el estribo lo recibió de muleta y el toro se fue a chocar contra las tablas. En esta ocasión la faena de Cid se sustentó sobre su mano buena, la izquierda. Por desgracia, cuando los naturales iban tomando forma sobrevino un desarme que detuvo en seco el eco que iba tomando la faena. Lejos de amilanarse con el contratiempo, El Cid, tiró de raza y volvió a meter al toro en el canasto de su mano izquierda, por medio de naturales de trazo largo, ejecutados con mando. Antes había dado una tanda de derechazos destacable, muy bien rematada con el de pecho. Mató de estocada entera y nuevamente fue premiado con las dos orejas.
El tercero en discordia, Alejandro Talavante, no se ha dejado ganar la pelea, y abandonó la plaza a hombros como El Cid. A su primero, tercero de lidia ordinaria, de bonitas hechuras, lo recibió por verónicas rematadas con un recorte a una mano. Hizo el burel sonar el estribo de la cabalgadura que montaba Tulio Salguero, que lo supo agarrar en el peto. El inteligente inicio de faena con la rodilla genuflexa tuvo un alto índice de vistosidad, ya que consiguió lo que buscaba, meter a la gente en la faena y de paso doblegar al toro. De ahí que los muletazos en redondo, cadenciosos, lentos, dados en el centro del anillo, alargando mucho el brazo, ejecutados al ralentí, que se mezclaban con las notas de ‘Nerva’, llevaron el arrebato a los tendidos. |
La izquierda, mano con la que Alejandro ha conquistado los mejores parajes de su tauromaquia, también quiso tener protagonismo y sujetando con la yema de los dedos el estaquillador logró sacar larguísimos naturales de bella estampa, dotados de ritmo y ligazón. Epilogó la faena por medio de ajustadas manoletinas para irse tras la espada, que quedó algo tendida, pero enterrada entera. Cortó dos orejas. En sexto lugar hizo acto de presencia un jabonero sucio, protestado porque arrastraba los cuartos traseros. Los dos primeros tercios habían discurrido entre las algarada del público cuando Alejandro brindó al público, y por medio de estatuarios seguidos de un pase cambiado por la espalda inició la faena. Ejecutaba Talavante todos los movimientos con suavidad extrema cuando, tras dos molinetes para quedarse colocado y comenzar a torear con la zurda, el toro se cayó y al levantarse se apreció que el animal se había descoordinado. Tuvo el matador que irse por la espada. Y las protestas hacia el presidente volvieron a arreciar.
Sin embargo, en un gesto que honra a la empresa, ésta decidió regalar el sobrero, del mismo hierro, para que la tarde no quedase con tan mal sabor de boca. De la penumbra del portón de toriles apareció un ejemplar escasito de fuerzas y que punteó el capote que le ofrecía el pacense, que de forma muy inteligente lo sacó de querencias andándole hacia el centro del ruedo. Una vez recibido el puyazo de rigor, Alejandro Talavante quitó por saltilleras mezcladas con gaoneras.
Arranca la faena de muleta con ayudados a dos manos y a pesar de la brusquedad del astado y lo pegajosos de su embestida logra a base de echar los vuelos de la muleta al hocico de la res, extraer dos grandes series de naturales de mucho temple. No tuvieron la misma intensidad las tandas con la diestra. Mató de pinchazo sin soltar y entera tendida, siendo galardonado con una oreja.
AL QUITE |
Detalles
Antonio Girol.-
La fiesta de toros se compone de una sucesión de detalles que la hacen sumamente especial y, por ende, única y distinta a todas. Empezando por el detalle que hay que tener con los aficionados y público en general a la hora de confeccionar carteles interesantes y a precios más o menos asequibles para todos los bolsillos. Algo que han sabido hacer de siempre, no sólo en Zafra pues ahí están los ejemplos de Olivenza, Badajoz y otras plazas menores, la empresa Cutiño y Domínguez. Puede uno estar en ocasiones más o menos de acuerdo con ciertas decisiones pero lo que no se les puede negar es esa capacidad que poseen para presentar ferias atractivas para el espectador.
Partiendo de esa premisa es normal que la gente acuda a los toros y no sólo de la ciudad o del pueblo en donde se celebra el festejo. Es verdad que Zafra, gracias al encanto ganadero, alberga infinidad de visitantes, que aprovechando el viaje se dejan caer por la plaza, pero esto no sería así de no haberse proyectado un ajuste interesante. Sinceramente daba gusto ver el colorido y los distintos acentos dentro de un mismo lenguaje taurino que poblaban las incómodas gradas segedanas, gentes de Badajoz, Barcarrota, Valencia del Ventoso, de Fuente del Maestre, de Salvatierra de los Barros, de Cabeza la Vaca…y otras muchas poblaciones donde se lega la afición de padres a hijos.
Un detalle que no pasa desapercibido es el de la bonita costumbre de mantener la tradición de ir bien vestidos, tanto hombres como mujeres, pero especialmente estas, a las plazas de toros, como muestra de respeto hacia el espectáculo que allí se va a ver.
Como dignos de mencionar son los detalles pintureros que desgrana Morante de la Puebla cuando se abre de capote a la verónica o instrumenta el pellizco eterno de una trincherilla. Los detalles recios y templados de El Cid o Talavante, dueños del secreto del torero de mano izquierda.
Otro a tener en cuenta fue la sensibilidad demostrada hacia la afición cuando se decidió regalar el sobrero tras haberse dañado el sexto de la tarde.
Y entre todo ese cúmulo de detalles, uno que eché en falta, que la Banda de Música no interpretase las notas de ‘Cumpleaños Feliz ‘al torero de La Puebla del Río cuando daba la vuelta al ruedo en el día que cumplía treinta y un años.
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