BARCARROTA / Corrida de Toros

¡Lío gordo!

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El ruedo sembrado de latas y botellas como protesta por la negativa presidencial. (FOTO:Fco. Javier Campos)
El ruedo sembrado de latas y botellas como protesta por la negativa presidencial. (FOTO:Fco. Javier Campos)

Ni cuando en las gradas había bofetadas por Lagartijo o Guerrita, Joselito o Belmonte, se montaban algaradas como la vivida en Barcarrota cuando el Presidente del festejo no accedió a otorgar la segunda oreja a Ferrera en el quinto de la tarde.

LA FICHA

TOROS: Se han lidiado toros de la ganadería de Toros de Lagunajanda. Bien presentados, nobles y que se prestaron para el lucimiento, salvo el sexto que se rajó.
ESPADAS: – Javier Conde (lirio y azabache), pitos tras aviso y bronca tras aviso.
– Antonio Ferrera (grana y oro), dos orejas tras aviso y oreja tras aviso.
– Sebastián Castella (azul turquesa y oro), dos orejas tras aviso y oreja tras aviso
INCIDENCIAS: Casi lleno. Presidió Felipe Benicio Albarrán Vargas-Zuñiga. Tras el arrastre del quinto se produjo un altercado de orden público con lanzamiento de objetos al ruedo como puede apreciarse en la fotografía adjunta

 

GALERÍA GRÁFICA de Gallardo
AL QUITE
¡Señores, un poquito de por favor!
GALERÍA de CUADRILLAS, de Gallardo
OTRAS IMÁGENES de Gallardo


Antonio Girol.-

Ojalá la palabra lío con la que titulo esta crónica estuviese seguida de términos encomiásticos, que incitasen a crear afición, a salir de la plaza pegando pases con la camisa rota, calle abajo en busca de una feria que espera adormecida de siesta etílica…Y no en la forma en que tengo que utilizarla, ya que los sucesos vividos tras el arrastre del cuarto toro de la tarde ni son propios de la fiesta, al menos de la que hoy conocemos, ni la benefician lo más mínimo…

Pero ciñámonos a los hechos. Minutos antes de que se armase la de ‘sanquintín’, en el justo momento en que Antonio Ferrera se disponía a liar la muleta en el palillo para enfrontilarse, girar talones y armar el brazo con objeto de entrar a matar, Felipe Albarrán, presidente del festejo, mandó un recado en forma de aviso de clarín apremiándole a ejecutar la suerte suprema. Antonio, miró al palco e hizo un gesto de desaprobación con la cabeza, hasta aquí algo, diríamos, que normal. El de Villafranco terminó de preparar la suerte y se tiró en lo alto del morrillo dejando un estoconazo en toda regla que hizo que los pañuelos comenzasen a aflorar por los tendidos pidiendo los trofeos tras una faena de Ferrera que había nacido en una larga cambiada en el tercio para recibir al de Lagunajanda, seguida de una serie de verónicas rematadas con una media, antesala de cuatro pares de banderillas, en los que destacaron el tercero, al quiebro, y el cuarto, de regalo, en los medios tras un recorte.

La  gente tenía ganas de fiesta y Antonio comenzó la faena de muleta, a pies juntos, por medio de una serie de ayudados por alto que fueron rematados por una trincherilla muy torera. Tuvo este quinto ejemplar el defecto de que no terminaba de humillar por el derecho y por ese pitón tuvo que enjaretar la faena Ferrera sin poder bajar mucho la mano. Sin embargo, todos los derechazos llevaban la firma del temple y la rúbrica de los riñones muy encajados. Por el izquierdo, paradojas de la bravura, sí humillaba el animal y Antonio lo llevó largo, ligando los naturales, a pesar del ‘tornillacito’ que tiraba la res al final del viaje. Se jaleaban los pases desde los tendidos y el extremeño terminó acortando distancias para finiquitar la faena ligando por el derecho una serie de muletazos dados con el compás muy abierto y la mano muy baja. Había sometido al toro…Volvamos por tanto al inicio de esta crónica…

 

Antonio Ferrera templando la embestida del ejemplar de 'Lagunajanda'. (FOTO:Gallardo)

Una imagen dantesca, el torero apesadumbrado dando la vuelta entre latas de refresco. (FOTO:Fco. Javier Campos)

La afición insistía moquero en mano pidiendo los trofeos y el Presidente, aplicando el Reglamento, sacó el pañuelo que otorgaba la primera oreja, la del público. Y lo guardó. Por más insistencia del respetable se acogió al precepto legal de que la concesión de la segunda era potestad suya y apremió a los mulilleros para que retiraran a la res de la arena. Y ahí, se armó el lío. El lío gordo. Las gentes, visiblemente contrariadas, comenzaron a lanzar objetos al ruedo, enojadas al entender que la negativa al segundo trofeo venía motivada por la mirada reprobatoria del torero al palco tras el aviso.

Empezaron por arrojar latas de refresco, continuaron por botellines de agua y acabaron con alguna que otra botella de vidrio. En escasos minutos, ante la algarabía que rozaba el escándalo público, la arena se pobló de innumerables embases. Las protestas iban in crescendo cuando el torero, con lágrimas en los ojos, salió al medio del ruedo a pedir calma. Aquel gesto aplacó un poco la ira, al menos en cuanto al ejercicio arrojadizo, y Ferrera y su cuadrilla comenzaron a dar la vuelta al ruedo entre gritos de “Tú sí que vales”

Al llegar a la altura del palco presidencial, el de Villafranco se detuvo e hizo un gesto a los inquilinos del lugar, tocándose con la palma de la mano el corazón y señalando con el dedo índice hasta tres veces hacia donde estaba el Presidente y sus dos asesores. Y de nuevo arreciaron las protestas y los lanzamientos, lo que motivó a que el matador tuviese que dirigirse otra vez al centro del ruedo a pedir calma.  Poco a poco el agua volvió a su cauce y sonó el clarín que anunciaba la salida del sexto de la tarde, al fin.

Pero demos un nuevo salto atrás…

Conde yéndose de la cara del toro. (FOTO:Gallardo)

La corrida venía marcada por la sustitución, casi a última hora, de Cayetano; el cual no había podido recuperarse a tiempo de la lesión que sufriese en su clavícula días atrás en la plaza de Baeza. El torero elegido para sustituirle era, inexplicablemente, Javier Conde. Y me mojo en lo de inexplicablemente porque el malagueño no está ni para vestirse de torero, no digamos ya para jugarse las femorales. Es más, si tuviese un mínimo de respeto a su profesión colgaba el traje al finalizar la temporada.

Medroso, desconfiado, acobardado, temeroso,  sin capacidad para decir, ni aportar nada en el ruedo, en definitiva una copia falsa de aquel torero de pellizco y buenas hechuras que adivinase en sus inicios y que poco a poco ha ido tirando por las plazas, año a año. Escribir de Conde es un ejercicio dificilísimo porque no da oportunidad de poder contar nada y sinceramente da hasta pena, como cuando se quejaba de que su segundo antagonista estaba reparado de la vista y Ferrera le hizo un quite por navarras, que deberían haberle sonrojado.

Torea con unas ventajas que avergüenzan a cualquiera, menos a él o su entorno. Apoyándose de todo tipo de argucias como la de dar los naturales siempre con la ayuda por delante de la tela, colocarse siempre al hilo del pitón, estar siempre fuera de cacho o salirse de la suerte a la hora de matar sin rubor alguno a dar un golletazo pescuecero a un animal noble. Ese mismo animal que le ha dado nombre y dinero.

Sinceramente es vergonzoso que alguien así termine la temporada con un buen puñado de ajustes cuando hay centenares de chavales parados, dispuestos a partirse los muslos, soñando con toros como el cuarto de esta tarde. Y aún es más bochornoso que desde empresas y Ayuntamientos se les siga contratando y más todavía en una tierra como la nuestra, preñada de toreros con valor para hacer siete condes con sus condados.

De sus dos toros hay que destacar que tuvieron una bondad extrema y una nobleza digna de ser destacada, alabada y reseñada en esta crónica; y que el primero, que obedecía por ‘Estornino’, montó un lío, ¡otro!, cuando arrancó, de cuajo, las raídas tablas del burladero de matadores y el pánico se apoderó de todos cuantos estaban, antirreglamentariamente,  sin tapar en el callejón. Reincidió el toro, la segunda vez, por la impericia de la cuadrilla de Conde, empeñada en hacerle rematar nuevamente en tablas antes de que su matador iniciase la ¿faena? de muleta.

Retomemos a Ferrera, al que habíamos dejado pidiendo paz en los tendidos…

Ferrera, al natural. (FOTO:Fco. Javier Campos)

En su primero, segundo de lidia ordinaria, estuvo bien con el capote a la verónica, sabiendo ganarle pasos a un toro con muchos pies y en banderillas destacó en el segundo par, ajustado y exponiendo una barbaridad al dar todas las ventajas al animal.  Con la muleta hizo gala de esa templanza que le acompaña en esta temporada. Sobre todo con la mano izquierda, con la que corrió perfectamente la tela al natural, llevando la embestida con largura y cadencia, a la vez que encajaba riñones dando empaque al muletazo.

Con Ferrera se puede estar más o menos de acuerdo, sobre gusto ya se sabe…los colores. Pero hay algo innegable y es que la cabeza le funciona y por eso sabe darles a los toros distancia y tiempos, haciendo que duren más en la muleta de lo que predecían al inicio de faena. Mató de casi entera en buen sitio y fue premiado con dos orejas.

Castella es tan previsible en su toreo que cuando cambia el guión, como hizo en el tercero, desmarca a propios y extraños, y conlleva que esa otra tauromaquia no encuentra eco suficiente en el tendido.  Este astado también hizo trabajar al carpintero de la plaza. Y ante este toro vimos dos nuevos grandes pares de banderillas de Javier Ambel, que tuvo que desmonterarse. Al final de temporada sería conveniente hacer recuento de cuántas tardes saluda tras dejar los palos. La verdad es que si de toreros de oro vamos bien surtidos, los de plata no le van a la zaga. Ayer pudimos ver esos pares de Ambel y una excelsa brega de Fernando González en el primero de Ferrera. Enhorabuena a los dos.

Castella, ya lo decía más arriba, cuando se sale del pase cambiado por la espalda y el arrimón, no dice mucho más. Y la prueba fue que el muleteo al tercero, a media altura, no caló en el público hasta que acortó distancias y con la muleta retrasada instrumentó una serie de pases marca de la casa, abrochados con un par de circulares. Mató de entera algo perpendicular que necesitó de un golpe de verduguillo y fue premiado con dos orejas. Demasiado premio para faena tan insípida.

Inicio tradicional de faena en Castella. (FOTO:Fco. Javier Campos)

El sexto saltó a la arena entre un mar de protestas aún latentes en los tendidos y Sebastián lo lanceó con gusto a la verónica, para luego quitarlo del piquero por ceñidas chicuelinas. Arrancó la faena de muleta con dos pases cambiados por la espalda, de ajustadísima ejecución. Mientras el animal aguantó en el centro del ruedo le planteó una faena ligada y templada, donde los redondos se sucedían cosidos a la muleta del francés. Tras la tercera tanda el astado se rajó y se fue a buscar el abrigo de las tablas, donde Sebastián supo hacerle la lidia que un toro de  esa condición requiere, pases de uno en uno, dando el medio pecho y dejándole la muleta puesta en los ojos para que la siga tomando. Pinchó en lo alto, escuchó un aviso, ¡el sexto de la tarde!, para seguidamente recetar una estocada caída. Oreja de premio.


AL QUITE

¡Señores, un poquito de por favor!

Antonio Girol.-

Cuando Javier Conde acabó de sablear al noble que hizo cuarto tenía claro que mi comentario de opinión revertería sobre la figura del malagueño. Un torero pantomima que con los años ha ido degenerando en un pelele absurdo que no sé  a santo de qué vino a Barcarrota, porque a torear está visto que no. Desconozco de quién habrá sido la feliz idea, pero del que o de los que haya sido, le podría sugerir, así de carrerilla, diez o doce nombres de tíos que se dejarían la femoral por torear, al menos uno de los dos toros de Lagunajanda que sorteó el del barrio de La Malagueta.

En ese justo momento, cuando repasaba mis escuetas notas garabateadas sobre el sainete condeso, a la espera de que saliese el quinto por chiqueros, pensaba, y lo sigo pensando que Enrique Luján (empresario de Barcarrota) merecía un aplauso por la presentación del ganado. Si soy sincero, tenía mis dudas viendo lo que vi en julio en Cabeza la Vaca. Pero es de agradecer que hoy haya traído una corrida muy bien presentada y que encima ha embestido y ha sido bondadosa. Mi enhorabuena Enrique, para que veas que no siempre reparto…, eso que estás pensando.

El caso es que mira por donde lo que estaba siendo una fiesta se tornó en una algarada con serio peligro para las personas que estábamos en la plaza, y todo lo acontecido hasta ese momento pasaba, desgraciadamente, a un segundo lugar.

Me es penoso tratar el tema porque sus dos principales protagonistas son amigos, uno más que el otro, pero al fin y al cabo amigos ambos. Y pienso, en mi humilde opinión, que ambos se han equivocado. Felipe por ser tan inflexible con el reloj, en los seis toros seis avisos, excesivo desde mi óptica. El Reglamento está para cumplirlo, cierto. Pero también para interpretarlo. Los jueces, y los presidentes de plaza no dejan de ser jueces al fin y al cabo, han de saber interpretar con flexibilidad las leyes. Y así lo hacen cada día desde sus tribunas. Por eso, un Presidente, amigo Albarrán, no puede encorsetarse en la rigidez de la norma, porque de ser así habría que ser inflexible desde la mayúscula inicial al punto final, en todo.

Entiendo que hay que avisar al torero que se ha quedado adormecido en la faena de muleta, con el fin de recordarle que abrevie y entre a matar. Ese es el principal y único fin del aviso. Pero al que está liando la muleta en el palillo para irse tras la espada al morillo del toro, no creo que sea necesario avisarle. En todo caso, unos cuantos segundos más tarde, si pincha o tarda el toro en caer. Total por medio minuto arriba o abajo…

No quiero pensar que la negativa a dar el segundo trofeo sea por la cuestión que seguidamente voy a tratar, porque eso supondría traspasar la delgada línea roja que separa al juez del justiciero. Y a mí me cuesta creer que un señor de tan fuertes convicciones como Felipe Benicio sea capaz de algo así.

Y Ferrera se equivoca al mirar al palco tras recibir el recado presidencial porque él debe estar por encima de esas menudencias que no le reportan nada. Pero sobre todo en la vuelta al ruedo al dedicar gestos al palco que iban a soliviantar aún más al, ya de por sí enardecido, público asistente.  Sé que Antonio es todo raza y pasión y en ese momento le pudo la situación, al igual que sé de su nobleza, la cual le llevó a rectificar pidiendo calma y apaciguando al público. Algo que le honra.

Hubo otro detalle que no quiero dejar pasar por alto como es el altercado que se creó en la plaza, con serio peligro para la integridad de todos los que nos hallábamos en el coso barcarroteño. Esas botellas de vidrio y latas de refresco nunca debieron terminar en el ruedo, ni  tan siquiera estar en el tendido,  ya que esa imagen mancha a la fiesta. Alguien pudo salir herido y lo que nos falta en estos tiempos de persecución mediática es una gresca con sangre de por medio, que sirva de escusa para que esa patulea de programas de televisión ávidos de vísceras más los politiquillos que no asaetean desde su memez, tengan más argumentos torticeros para su particular cruzada antitaurina.

Es una pena, por tanto, que lo que tenía que haber terminado en una gran fiesta acabase en bulla y mal rato, para unos y para otros.  Sólo me resta decir, parafraseando al hermano menor de los Tejero, el que nos es torero: ¡señores, un poquito de por favor!


GALERÍA GRÁFICA de GALLARDO

Javier Conde bajo la advocación de la patrona de Barcarrota.

Ferrera y sus hombres subieron la cuesta a pie. El pueblo se lo agradeció.

Castella interiorizando el valor seco de su toreo.

El público respondió a pesar de ser viernes. Carta de presentación de Javier Conde.

Lástima que ese arte no se canalice como es debido.

Tauromaquia al hilo. La embestida humillada del toro sigue los vuelos que marca la muleta. Remate a mano vuelta, un invento...
Me cruzo o no me cruzo...surge la duda. Antonio Ferrera lanceando de recibo. La bandera extremeña recorre el orbe taurino en las banderillas de Ferrera.
Encajados los riñones, la barbilla pegada al pecho...callando bocas. Corriendo la mano al natural. Se adivina lo que terminará siendo un buen trincherazo.
Derechazo cimbreando la cintura. El gesto arrebatado de un torero. Las orejas del primero, luego vendría el caos.
Castella veroniqueando al primero de su lote. Castella llevando toreado al tercero. Sirviéndose de la ayuda para torear al natural.
Una 'gran' muleta. Bajando la mano. Buen derechazo marcando el camino y por bajo.
El valor seco de Castella. La imagen que debía haber coronado esta crónica.

 


GALERÍA DE CUADRILLAS de GALLARDO

Trujillo de la cuadrilla de Conde en la brega del primero.

Oscar Reyes marcando los tiempos. Fernando González enseñando a embestir al segundo.
Sujetando al tercero con la vara.

Javier Ambel gustándose en la ejecución de un par.

Asomándose al balcón.
El avión... Arrancándose con ganas al caballo de Grilo. Tirando del toro a una mano, maniobra para cuidar al astado.

OTRAS IMÁGENES de GALLARDO.

Antonio García siguiendo una tarde más a su torero: Antonio Ferrera. Curro Villanueva. El chófer de Ferrera esperando al maestro para emprender camino a otra plaza.
El cazador cazado, nuestro compañero Fco. Javier Campos cámara en ristre.

El ganadero Ortigao Costa.

Otro ganadero, en este caso Jaime Albarrán, buen amigo de Ferrera.

El torreón que guarda a la plaza.

José Luis Iniesta, ganadero. Eduardo Molina, Asesor Artístico y Felipe B. Albarrán, Presidente del Festejo. El Presidente deseando suerte a los actuantes.
Al cielo con ellas... ¡Agua!...fresquita del barril de proyectado. Javier Solís, su sitio es el ruedo.
Diego Ferrera atento a su hermano. El inicio del motín... Una imagen de tristeza, vuelta al ruedo entre botes.
El servicio de plaza limpiando el ruedo. ¡Vergonzoso! José María Hermosa, Presidente del Club Taurino de Barcarrota, ante la imagen de su patrona. El doctor Juan Barrena, también ganadero en este caso de charlolés.

Antonio Muñoz Flores, ganadero de bravo, y familia.

Pepe Marchivirito y señora, junto a Manuel y Arcadio Albarrán. Luis Antúnez cambió caballo por veguero cubano.