El Dr. Franco Gª curando a Antonio Ferrera

La verdad del toreo

0
1732

Antonio Ferrera resultó corneado el pasado sábado en Calahorra (La Rioja) y tras ser operado en la plaza riojana partió para nuestra tierra en donde las oportunas y sabias manos del Dr. Luis Carlos Franco García supervisan la herida con objeto de que el torero pueda reaparecer el próximo sábado en Mérida.

Antonio Girol.-

El pasado sábado, en la plaza rionjana de Calahorra, un toro de Ana Romero corneaba al matador pacense Antonio Ferrera cuando se disponía a ejecutar la suerte suprema. Una cornada, doble, de 10 y 20 cms, en paralelo y comunicadas, en el tercio medio del muslo derecho.

Esa misma noche, el maestro y su cuadrilla, ponían rumbo a Badajoz, a donde llegaban sobre las 6.30 horas de la mañana del domingo 29. Ya ese mismo día el torero seponían en manos del Doctor Franco García, cirujano de la plaza de toros pacense, que revisó la herida, comprobó la operación que habían practicado sus colegas riojanos y mandó al torero a su domicilio en Villafranco del Guadiana.

En el día de hoy, Antonio volvía al Hospital del Perpetuo Socorro, en donde las manos expertas de Luis Carlos Franco García volvía a explorar el muslo derecho del torero y comprobaban la buena evolución de la herida, la cual apenas había supurado desde el día de ayer, aunque estaba bastante inflamada, algo normal en este tipo de heridas y por el poco tiempo que aún ha transcurrido desde la cornada.

Pulsando sobre la foto puedes ampliar la imagen.

GALERÍA DE ANTONIO GIROL

Antonio observa la filtración tras quitarle el doctor Franco el vendaje. El apósito manchado a punto de ser retirado. Con la ayuda de suero fisiológico poco a poco se despega el apósito.
La cornada queda al descubierto mezclada con viejas cicatrices. El Dr. Franco explora la herida. Tras la exploración. la herida es limpiada con povidona yodada.
Las dos heridas se pueden apreciar perfectamente en esta imagen. El drenaje y la contusión mezclados con viejas cicatrices de anteriores cornadas. Tras la exploración y cura, se procede a un nuevo vendaje.
Su hombre de confianza, Fernando González, auxilia a su maestro. El Dr. Franco ajustando el vendaje. A pesar del percance, ni Antonio ni su hermano Diego, pierden la sonrisa