El pasado día 30 de junio se despedía de sus oyentes después de diez años en antena dejando su impronta y una forma de hacer radio personal e intransferible. Hoy son los lectores de BADAJOZ TAURINA los que profundizarán en la personalidad de un hombre enamorado de la Fiesta como es Felipe Benicio Albarrán Vargas-Zuñiga.
Antonio Girol.-
El pasado 30 de junio, las ondas radiofónicas taurinas pacenses se quedaban un poco más mudas, cuando Felipe Benicio Albarrán Vargas-Zúñiga colgaba los cascos y el micrófono después de diez años conduciendo ‘A Portagayola’ en Onda Cero, y otros tantos más colaborando en distintos medios. BADAJOZ TAURINA no podía ser ajena a esta noticia y de ahí que matuviésemos en su despacho profesional una larga charla días después del adios. Charla que deparó en esta entrevista que aquí hoy les presentamos, llena de contenido, pero sobre todo de sentimientos. |
– Después de 10 años en los micrófonos de Onda Cero, desde donde ‘A portagayola’ daba una larga cambiada cada semana a la información taurina, el pasado 30 de junio se cortaba la coleta. ¿Cuándo es uno consciente de que ha llegado la hora de recoger los trastos?
– Pues cuando se da cuenta de que hay que dejar paso a otra gente. Al igual que los críticos taurinos pedimos que se abran los carteles, al menos en los que actúan grandes figuras, ahí están las grabaciones de mis intervenciones en los micrófonos de Onda Cero, cada semana, en los que siempre pedía que esos carteles se abriesen y dejasen paso a otros toreros. También pasa aquí, aunque yo no sea una gran figura. Yo me sentía, Antonio, con una función cumplida, me siento con esa satisfacción.
– ¿Qué valoración hace de estos años en primera línea editorial?
– Creo que he aportado algo a la promoción de la feria taurina de nuestra tierra, a la información, el conocimiento y la cultura del toro. Y hay que ser consciente que alargar en demasía esa estancia puede ir en detrimento de la objetividad, del cansancio o la monotonía de quien te escucha. Por eso es bueno dejar paso a otros críticos, a otros personas, más jóvenes, que sabéis hacerlo perfectamente y hay que planteárselo pensando en que es mejor irse cuando uno lo decide a esperar que lo echen porque ya no guste.
– Se va con la sensación del deber cumplido, ¿o hay algo que le hubiese gustado hacer y no hizo?
– Me hubiera gustado hacer una entrevista a un torero para mi especial, y no la quise hacer por no poner en un compromiso a un amigo. Me hubiese encantado, en mi último programa, haber hecho una entrevista a Curro Romero. Y sé que me hubiese sido fácil, pero hubiese supuesto un compromiso y de ahí el no hacerla. Me hubiese encantado cantar un éxito irrefutable de los toreros de la tierra.
– ¿Qué sintió el día que siguió a ese último programa radiofónico al que tuve el gusto de acompañarle? – Sinceramente, al día siguiente me levantaba contento y feliz, y eso es importante. Porque eso es sinónimo de estar contento y satisfecho con el trabajo y las decisiones adoptadas. De todas formas, no descarto hacer esa entrevista que te comentaba, y que ahora no he creído conveniente, u oportuno, hacer. |
– Los toreros tienen marcada a fuego las fechas de la alternativa, debut con caballos, primer traje de luces… ¿Qué fechas recuerda especialmente Felipe Albarrán?
– El primer día que hice el programa, aunque no le pueda poner día, mes y año… sería –y se para a pensar- en torno hace 15 años, cuando un aficionado de la talla de Jesús Ortiz me pidió que me fuese con él, también a Onda Cero, para comentar los festejos de la Feria. Sin embargo, sí recuerdo que hacía un calor espantoso, no en vano hacíamos el programa a las tres y media de la tarde.
– ¿Cómo vivió esa primera vez?
– Para mí fue una ilusión porque no pensaba que mi opinión o mi percepción de la Tauromaquia pudiesen ser interesantes para el aficionado, y me enganché a los micrófonos. Al hilo de la pregunta anterior, otras fechas que recuerdo son el 5 de junio de 2000 cuando acepté echar para adelante con ‘A Portagayola’ en Onda Cero. Y hay otra fecha para el recuerdo cuando, tras meditarlo mucho, decidí que había llegado el momento de salirse del paso del micrófono para dejar espacio a otros.
– ¿Sufre la familia cuando lo ven a uno en estos avatares de la crítica taurina a expensas de que algún día alguien te pueda decir algo por la calle?
– Yo que no he tenido hijos el tiempo que les podía haber dedicado a ellos; se lo eché en los toros. Pero sobre todo tengo una mujer, Nines, que es sumamente comprensiva con mi afición taurina. Una afición por otro lado, totalmente pura y nada extraña. No he tenido ningún problema para recorrerme todas las ferias, y en bastantes ocasiones ella me ha acompañado. Sí que ha podido sufrir cuando por estas cuestiones radiofónicas he tenido algún encuentro con profesionales. Hubo un tema muy sonado, que no creo necesario volver a sacar a colación ahora, en el que pasé de ser defensor a ultranza de un torero, el único quizás que le quedaba en Badajoz, y por un tema que, o no le explicaron bien, o no entendió lo suficiente, pasó a una situación de desencuentro felizmente superada hoy día. Salvo ese caso concreto, no creo que nadie de mi familia haya sentido dolor.
– ¿Cómo definiría a los críticos taurinos?
– Pienso que los que nos hemos dedicado a la crítica taurina somos personas que no es que sepamos más que los demás, simplemente es que nos atrevemos a decirlo y contarlo en público, y por eso cargamos con una gran responsabilidad. Porque no es lo mismo dar tu opinión en petit comité que hacerlo delante de un micrófono y que tus palabras las escuche todo el mundo.
– A parte de la radio, medio que compartimos a la hora de informar, tenemos otro lazo en común el entrevistado y el entrevistador, la religión currista. Hábleme de Curro… – ¿Qué capacidad tiene BADAJOZ TAURINA? -pregunta entre risas-. Para mí, Curro sigue en los ruedos, sigue viva su Tauromaquia. No te voy a decir que cuando se retiró se me fuese la ilusión. Gracias a Dios tengo una buena relación afectuosa con Curro y con Carmen, su esposa. Para mí Curro ha representado siempre la pureza del toreo. Se ha demostrado como un hombre puro y sincero delante del toro, se desnudaba delante del toro. Y cuando ha creído oportuno que el toro no era el idóneo para mostrar esa pureza no engañaba a nadie. Hay una imagen que tengo siempre fresca en mi memoria y es esa tarde en Las Ventas cuando un espectador saltó al ruedo a increparle y Curro, con el estoque en la mano, totalmente calmado, relajado, permitiendo que ese hombre le dijese lo que creyese oportuno. |
– ¿Le gustaría que saliese otro Curro?
– A mí no me gustaría que saliesen más Curros porque no me gustan los clones, por ser una pérdida de identidad del que quieren emular. Es como ahora que hay quien dice por ahí que hay figuras del toreo que no hacen más que ver videos de Manolete para ser como el Monstruo cordobés. Pues yo creo que el torero tiene que ser él y no una copia de nadie.
– ¿Cómo vivió la despedida de los ruedos de ese ídolo que fue para muchos -y me incluyo- el Faraón de Camas?
– Estuve en el último paseíllo, en aquel festival de La Algaba, y es verdad que cuando terminó el festejo no hacía más que recordar aquella voltereta de Morante, tan fea, que me estremeció. Por eso tal vez, cuando por la noche me llamó Jacinto Ortiz diciéndome que Curro se retira, no me cogió de sorpresa, porque sabía que un día iba a llegar la retirada. Y era consciente que esa retirada era por su propia voluntad. Y no porque nadie lo hubiese quitado del toro. Curro para mí ha sido la ilusión. Supone para mi la edad de oro del toreo.
– ¿Alguna anécdota de su amistad con Curro?
– Cuando toreó por última vez aquí, en Badajoz, le invitamos a cenar un grupo de amigos. Éramos seis en la mesa, y curiosamente conservo aún la factura que, por cierto, aboné. Sin embargo, es gracioso que al día siguiente, escuchando a la gente por ahí, parecía que en lugar de seis comensales habíamos estado seis mil. Todo el mundo había estado sentado en esa mesa. Te tenías que callar para no poner a la gente en un compromiso…
– ¿Cómo nace el trofeo ‘Elegancia’? – Pues nace de una manera muy curiosa. En 1995 actuaba en Badajoz, Manuel Díaz ‘El Cordobés’. Y tuvo que pedir permiso para correr turno ya que esa noche actuaba en Algeciras. Estoy hablando de una época en la que se desató una competencia por ver quién toreaba no mejor, sino más festejos. El helicóptero que le llevaba a Algeciras se entretuvo en dar vueltas alrededor del anillo de la plaza cuando sus compañeros continuaban actuando. Al término del festejo, en el coloquio del Hotel Río, critiqué aquel gesto tan irrespetuoso con sus compañeros, e hice pública una idea que venía madurando desde hacía un tiempo de poner en marcha un premio que tuviese a la elegancia en el toreo por protagonista. Siendo su principal objetivo, premiar detalles de caballerosidad y respeto hacia quienes se están jugando la vida. A partir de ese año, empezamos un grupo de amigos a madurar la idea. Nombré un jurado del que aún perduran los hermanos Jesús y Jacinto Ortiz, Ángel Juárez y Juan Enrique Pérez Martín. Si bien es verdad que algunos miembros inciales fueron cayéndose del cartel por unas circunstancias u otras, y han ido entrando otros nuevos. Sin embargo, desde unos años se mantiene el mismo jurado, con un número inamovible de personas, porque los jurados tienen que tener una continuidad para que sean ecuánimes. – ¿Por qué se le da este año el premio a Morante? Principalmente por la elegancia y torería en su faena de capote al segundo toro de su lote de la tarde del 22 de junio. |
– En su opinión, ¿en qué se falla para que la Fiesta esté tan lastrada?
– Hay varias premisas. Hay una que es el que los toreros se estén convirtiendo en jornaleros que sólo piensan en torear mucho y cobrar más. Por otra parte, se está perdiendo, en cuanto al público, muchas situaciones que dan santo y seña a la torería, tanto por los que están en el ruedo como los que están en las gradas. Hay un detalle que refleja perfectamente lo que te estoy contando. Este año, la tarde en que actuaban los tres toreros pacenses, hacía su presentación como matador de toros, Julio Parejo, y no hubo una ovación hacia ese torero al terminar el paseíllo. No daba crédito. Otro caso similar fue la tarde que Javier Solís tomó la alternativa, nadie se levantó a tributarle una ovación hasta que Francisco Ruiz Meléndez y un servidor nos levantamos para aplaudirle. Sin embargo, luego viene cualquier figura tras un percance y la gente se rompe las manos aplaudiéndole cuando cambia la seda por el percal. Y luego hay otra cuestión, mientras en la Fiesta manden los toreros vamos a perder muchas cosas, sobre todo emoción por culpa del toro. Y muchos estamos yendo a la plaza por inercia más que por ilusión.
– ¿Quiénes son los mayores enemigos de la Fiesta?
– Los mayores enemigos de la Fiesta están dentro de ella. Hay una lucha por ver quién es el que más torea, aunque sea a expensas de quitarle el puesto a un torero modesto, no vaya a molestarle en la plaza. Si usted cree que puede ser molestado, coja su montera y márchese. El toreo no es cosa de cuatro o cinco.
– ¿Ha perdido la afición y los públicos el norte a la hora de focalizar quiénes son los protagonistas de esta Fiesta?
– Totalmente, porque el principal protagonista de la Fiesta no es el torero sino el toro. Pero, ¿qué pasa?, pues que no nos fijamos en qué ganadería viene. Fíjate Antonio, os reto a BADAJOZ TAURINA a que hagáis una encuesta a pie de plaza en la próxima Feria, preguntando a las gentes que entran en la plaza si conocen qué toros se van a lidiar esa tarde. Estoy seguro que ni la mitad saben de quién son los toros a lidiar.
– ¿Qué es para Felipe Albarrán la grandeza del toreo?
– La grandeza no es que te saque las tripas un toro. La sangre no es grandeza. La sangre es una de las caras del toreo. La grandeza es el triunfo, la puerta grande, lucir el traje de luces.
– Se va como lo hacían los grandes maestros decimonónicos, aquellos que lo hacían dando la alternativa al torero que ellos querían que ocupase su puesto, al menos en el corazón de sus partidarios. ¿Qué ha visto en Fernando Valbuena para ofrecerle ser su continuador?
– No creo que yo tenga que dar la alternativa a Fernando Valbuena, más bien al contrario. Fernando es un enamorado de la Fiesta y ha demostrado su capacidad con creces. Tiene un bagaje, conocimiento y capacidad para ser un buen sustituto. No en vano este año hemos estado mano a mano, y gracias a él he podido llegar hasta el final. Siempre me va a tener a su disposición como él ha estado a mi disposición.
– ¿Ha sentido el calor de los oyentes en estos años de actividad radiofónica?
– Sí, siempre lo he notado. Hay una anécdota que me gusta recordar que ocurrió en 2007, cuando hice un comentario editorial por Navidad, y al año siguiente una señora me paró por la calle y me dijo que si podía repetir ese comentario porque le había servido para superar un momento malo que había vivido. Distinto es el reconocimiento de entidades que tendrían que hacer, y lo digo sin acritud, y reconocer a los de dentro de su tierra antes que a los de fuera. Y los reconocimientos hay que hacerlos en su momento, no tarde. Ojo, no digo que esté esperando para mí un reconocimiento, en absoluto, pero sí lo digo por personas que llevan muchos años ahí luchando por la Tauromaquia y no se les ha reconocido su tremendo esfuerzo y dedicación.
– Barcarrota. ¿Cómo es esa plaza, esa afición y ese día en el que tiene la máxima responsabilidad a la hora de tener que presidir el festejo? ¿Qué significa Barcarrota para Felipe Albarrán?
– Barcarrota me ha permitido ver la Fiesta desde dentro, con sus verdades, sus medias verdades y sus mentiras. Me ha permitido reafirmarme y realizarme más en mi afición, en mi interés por el mundo del toro. Me ha permitido conocer a los veterinarios, a los que desde aquí quiero homenajear por la presión que soportan en cualquier plaza. Me ha permitido ver campo. Me ha permitido hablar con aficionados. Me he dado cuenta que en un lugar donde se juntan unos millares de alma es importante saber que la fiesta es de ellos. El presidente tiene que velar por el cumplimiento de la norma, pero la Fiesta es del que compra la entrada, del público. Por eso cuando se da o se quita una oreja de más, hay que subirse a un palco y ver todos los condicionantes ya que el que se sienta en una localidad quiere un espectáculo que considera suyo porque es el que lo paga.
– ¿Cómo surgió esa presidencia?
– Empecé en 1999, curiosamente como asesor, pero al terminar el primer festejo, quien estaba de presidente me dijo que al día siguiente él no volvía al palco y que fuese yo el presidente. Me quedé de una pieza porque mi idea era ese primer año ir aprendiendo como asesor, y sin embargo tuve que tirar rápidamente de un asesor, en este caso mi amigo Jesús Ortiz. No lo haría muy mal cuando al año siguiente me llamaron para repetir hasta la fecha. Salvo un año en que falté por una intervención quirúrgica.
– ¿Qué opinión le merece esta aventura de badajoztaurina.com?
– Me ha gustado mucho cómo está estructurado. Creo que vais hacer una buena labor y no debéis desfallecer. Pienso que lo vais a lograr por el esfuerzo que estáis poniendo en ello. Os felicito y os animo a seguir.
– Ha sido un placer charlar con usted y que comparta con los lectores de BADAJOZ TAURINA esas sensaciones tan especiales que se tienen en momentos puntuales como las vividas en estos últimos días.
– El placer ha sido mío de poder compartir estos minutos que, si te soy sincero, me hubiesen gustado que hubiesen sido más amplios porque charlar de toros es algo maravilloso.
Felipe Benicio Albarrán Vargas-Zuñiga, al igual que hiciese Curro, se marcha con el objetivo de no volver, pero como ocurriese con el toreo eterno de El Faraón, su voz y su opinión siempre serán un referente obligado en esta ciudad de Badajoz. Ojalá pudiésemos decir que el adiós del pasado 30 de junio sea un ‘hasta luego’, pero mucho me temo que viniendo de un hombre de tan fuertes convinciones como Felipe, hará como su añorado Curro: irse para dejarnos siempre su recuerdo.