«…Y aunque Sevilla me conmovió por su silencio y su sentimiento y Madrid por su conocimiento de los toros y su exigencia, yo me quedo con Badajoz, con su Feria de San Juan, y con la capacidad que tiene el coso de Pardaleras de remover en las esquinas de mi mente mi más tierna infancia. Así es que mañana bajaré a tierras pacenses como cada año…»
David Mesa González.-
Badajoz es una ciudad ideal para crecer y vivir, pero con limitaciones en cuanto al desarrollo educativo a niveles superiores. Con esta premisa me decidí a abandonar la tierra de conquistadores para cursar los estudios superiores en Sevilla y, posteriormente, en Madrid. Pero en tantos años fuera de mi tierra siempre he llevado en mi equipaje algunas cosas que considero que no tienen frontera, a saber: el cariño por mi gente, el estar orgulloso de ser extremeño y mi afición por los toros.
Mi afición a los toros viene de chiquitito, diría yo que surgió al mismo tiempo que el habla… Cuenta mi madre que a los tres años le pedía que pusiera los toros en la televisión, y allí me quedaba yo quieto y sin rechistar . Mis padres no pudieron hacer otra cosa que rendirse, y mientras mi madre me hacía capotes con los trapos viejos y mis hermanos hacían de toro, mi padre empezó a llevarme a la Feria de San Juan de Badajoz. En esos años de infancia y adolescencia presencié las alternativas de Pedrito de Portugal y Hugo de Patrocinio, por ejemplo; las faenas de Joselito y Manzanares; el capricho rejoneador de Paco Ojeda, el indulto de un toro de Victorino Martín o la última sinfonía de Curro Romero en el coso de Pardaleras. Pero llegó el momento de hacerse mayor y, como dije anteriormente, buscar los estudios superiores fuera de las fronteras extremeñas.
La mente de un estudiante es inquieta y con mil planes, pero desgraciadamente el bolsillo es débil. Por eso, desde que paseé por primera vez por el paseo de Colón y la calle Alcalá y vi esas dos joyas de la arquitectura que son la Maestranza y Las Ventas, supe que una gran parte de esos estrechos ahorros irían destinados a satisfacer mis planes de ver a toros y toreros, especialmente los extremeños, desfilar por ese marco incomparable. Y aunque Sevilla me conmovió por su silencio y su sentimiento y Madrid por su conocimiento de los toros y su exigencia, yo me quedo con Badajoz, con su Feria de San Juan, y con la capacidad que tiene el coso de Pardaleras de remover en las esquinas de mi mente mi más tierna infancia. Así es que mañana bajaré a tierras pacenses como cada año.